Marcello mio: Chiara Mastroianni y ¿el pacto de la ficción?
Ver cine e dopo escribir, uno de mis consumos más felices.
Esta es la película donde Chiara Mastroianni asume su karma como nunca antes se ha visto: ser hija de ese monstruo inolvidable, con el que aún soñamos, que es Marcello. Claro, mi Clara, de ese tu karma, yo quiero tres tazas.
He visto la película en Filmin, no es que le haga propaganda, o sí. Tiene una sección imperdible que se llama Vidas de Cine, con 40 títulos, que están para sacarle chispas a la depre de cualquier domingo y se los recomiendo. Si no tienen esta plataforma o no llega a sus países, hagan como mi amiga argentonapolitana, Anabel, y vuelvan al emule. Que lo viejo funciona, como dice Favalli en El Eternauta, y quizás haya que volver a ello y a todas las formas piráticas que supieron hacernos la matria de la felicidad, antaño. Vaya de paso esta nota para vos, Anita, amiga con la que nos mandamos listas y fotos de actores, actrices y películas, haciéndonos neo álbumes al estilo radiolandia del tercer milenio (gugleen radiolandia, por dior).
Vuelvo. Mio Marcello (2024), coproducción Francia/Italia, 120 minutos), está dirigida por Cristophe Honoré, y protagonizada por Chiara Mastroianni, Catherine Deneuve, Fabrice Luchini (cada día lo amo más), Melvil Poupaud, Nicole García, Benjamin Biolay, Hugh Skinner, Stefania Sandrelli, Robi Arquette y Marlene Saldana, todas y todos con sus nombres reales como nombre de personaje. Estas personas guardan una relación muy estrecha con Chiara y con Marcello, con lo cual el pacto de ficción se vuelve una puesta en abismo interesante. Criticada como la maravilla y odiada como intento narcisista de Chiara Mastroianni por aprovechar el terrible vínculo que la trajo al mundo (Deneuve/Marcello), habla de heredades, expectativas, fisonomías, lingua madre y lingua padre, machismos, infidelidades, escenarios, géneros, travestismos, actuación, star system, industria, cine.
A mí me gustó, mucho. Quizás porque en mi nueva vida Mediterránea el vicio del cine, italiano especialmente, se ha convertido en una de las prácticas que mejor acuna esta soledad que tanto disfruto. Entrar al cine y quedar allí, concentrada, haciendo foco en el foco, exacerba el temblor cinéfilico que estamos siendo y descubre perlas, para volver a escribir. No sé si soy periodista de cine, crítica o qué, tampoco me desvela, todo lo contrario, me ayuda a dormir mejor no entender nada, con la cabecita loca y enamorada repleta de ilusiones, escenas, planos y pliegues de personajes con o sin final feliz.
He logrado encontrar en la pantalla grande un lugar de comprensión, empatía y abrigo que no encuentro en ningún lado, menos que menos en otras pantallas, de las que más bien ando huyendo. Y digo pantalla grande aunque vea esta peli en Filmin, RaiPlay, Mubi o la británica Now, superficies piel de proxy que acamalan mis días de consuelo, fantasía y organización. Así ando, sedienta y cineante, encontrando salas donde aliviar mi bella perversión tirana y polimorfa de estar, como sea, adentro de un cine.
"Así ando, sedienta y cineante, encontrando salas donde aliviar mi bella perversión tirana y polimorfa de estar, como sea, adentro de un cine." Too much ,este estado.