El Eternauta, la mística colectiva not dead.
Quién iba a decir que una serie de Netflix nos iba a traer la chance de insertar, y no de desertar, otras agencias y pliegues posibles.
Ese viajero del tiempo que es el Eternauta hoy ha vuelto para decirnos muchas cosas. Me parece que no podía haber momento más oportuno para estrenar esta mini serie, en su primera temporada, que nos deja hiper ansiosxs por ver cómo sigue. Apenas 6 capítulos, una primera parte, y todo el mundo no puede parar de referenciar su experiencia y hablar, o mejor, volver a hablar.
Aviso: esta nota NO espoilea nada, pueden leerla tranquilxs.
La serie en lo que vimos en esta primera temporada tiene logros importantes. Por un lado la evolución de los personajes, que sigue la que tienen en la historieta; por otro el reemplazo de ese punto de vista previo del narrador eternauta (que se supone era el propio Oesterheld) con cuya escritura arrancan las viñetas por una voz más repartida, digamos, que se absorbe bastante bien en los flashbacks de Juan Salvo (ahora que lo escribo, qué nombreeeee); en tercer lugar, la incorporación de múltiples marcas de lo que sería la otredad atacante hoy: la venezolana, el adolescente chino, los cacerolazos, la emigración, los pobres contra pobres, los haters y el bullying, que actualizan la historia del contexto original de los años 1957 a 1959 cuando apareció en formato folletín semanal. Y aquí también quiero acotar algo: si la tira inicial nos puede hacer pensar hoy en las tensiones entre artes menores y mayores (historietas vs dibujo), o cultura de elite y cultura de masa, cultura por entrega, medios gráficos vs televisión incipiente, marcas de lo popular, incluso, la música de toda una época, ese mismo debate lo trae el soporte mismo: un streamming. No olvidemos que la estamos viendo en una plataforma que en este momento es el único modo de bancar ficciones en Argentina, con un gobierno absolutamente destructor de políticas de los gobiernos anteriores que sin dudas, funcionaban y funcionaban bien. Cuestiones del capitalismo global: en dos días de su estreno, la serie estaba como la más vista en Netflix en 20 países: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, República Dominicana, Alemania, Guatemala, Honduras, Hungría, Italia, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, El Salvador, Eslovenia, España, Turquía, Uruguay y Venezuela.
No voy a decir nada de los trabajos actorales, ni del mismo Darín. El trailer que ofrece Netflix es de por sí afirmador de la enorme empresa colectiva, típica del cine pero aquí enunciado y dicho en todos los testimonios, esplícitamente en el caso de César Troncoso (que hace el papel de Favalli), e, propio director, Bruno Stagnaro, o la actriz Andrea Pietra. Lo mismo de la calidad de los efectos, que aplaudieron distintos referentes del género, como Alex de la Iglesia.
Si voy a decir que hoy toda una generación tiene (tenemos) la chance de volver a explicar, como cuando fue el estreno de Argentina 1985 (dir Santiago Mitre, 2022, el mismo año que Netflix compró los derechos para hacer esta miniserie de El Eternauta), también protagonizada por Ricardo Darín, qué sucedió en los últimos 50 años, justamente, a las puertas de un aniversario redondo del Golpe de 1976 en marzo del año próximo. El Eternauta en Netflix trae la chance de la inserción ideológica de otras agencias y pliegues posibles. No dejemos pasar la oportunidad, pasémosla en todos lados, piranteando obviamente accesos (como ya lo hacemos, entiendo), y agitemos todo lo que nos parezca. Pero no nos quedemos calladxs. Indudablemente, hay que volver a hablar, una y otra vez, de lo que nos pasó, porque esta visto frente a este gobierno para unos pocos ricos del mundo, que hay que hablar y decir, interpretar como metodología, perder el miedo o la desilusión, estar juntas y juntos, la alegría de compartir, el modo de luchar.
En El Eternauta el debate político estético es lo más importante. Lo que está en juego es una síntesis de los temas culturales que nos vienen sacudiendo durante toda la recuperación de la vida democrática, esto es, desde 1983 para aquí. Que incluye eso que muches llaman, más que retorno a la democracia, post dictadura. Es decir, todos los pliegues de la historia que sobreviven siempre amenazados, y de los cuales nos tomamos como de un pedazo de madera en medio del mar. Sabemos que sin las certezas con las que muches de nosotres pasó su juventud no sería posible enfrentar este presente intenso. Como en la frase de Walter Benjamin, aferrarse a un recuerdo tal como relampaguea en un instante de peligro. Tal como sucedió en el Mundial del 2022, donde ganamos en Qatar la copa, y reapareció, como ahora en la ficción de esta puesta del Eternauta, asociar la gesta colectiva con los pibes de Malvinas, reitero, un acierto absoluto de este equipo que trajo la versión al presente, que disputa la forma, la cámara y la imagen de modo tal que las capas que se generan incluso exceden su intención y se diseminan.
Un dato importante y no menor, sobre el que quiero enfocar. Si bien el propio Darín ha dicho que un acierto del director es no meterse con la Dictadura (cosa que sin dudas discutimos, además, no importa lo que Darín quiera o sienta decir), ya las redes relacionaron a Oesterheld con la militancia peronista. Así amanecieron las calles de Buenos Aires tras el estreno de la serie el miércoles 30 de abril (la foto es de Kaloian Santos):
Con la persecución sangrieta que ejercició la dictadura criminal contra las personas que de alguna u otra manera estaban cercanas), ese creador ha sido desaparecido junto con sus cuatro hijas, dos de ellas embarazadas al momento de ser secuestradas y asesinadas. Es decir, hay dos nietxs de Oesterheld que forman parte de los que buscan Abuelas. Tendrían entre 47 y 48 años. Quizás la serie de Netflix sirva para seguir ahondando en esta lucha y permita recuperar la identidad a todos los niños nacidos en centros clandestinos de tortura y exterminio y apropiados por los militares y sus cómplices civiles. Quizás estén mirando la serie. Quizás se hagan preguntas, o ya se las estaban haciendo. Como sea, que nos sirva para volver a juntarnos, a pensar dónde está el enemigo, cómo evitar un futuro arruinado que ya es un presente y sobre todo, volver a repetir una y otra vez que nadie se salva solo.
Podría seguir hablando, pero justamente, lo que nos trajo es eso que venimos pensando hace rato, la mística colectiva, el volver a enamorarnos. Allá vayamos.
Excelente!