Parthenope: la belleza es como la guerra, abre puertas.
Ver cine: el amado Sorrentino fiel a sí mismo.
Confieso que me apabulla un tanto la protagonista, su belleza hegemónica, su situación de seducción permanente. Entonces la leo como lo que puede ser, quizás simplistamente. Porque Parthenope es Nápoles No creo que este director homenajee su ciudad sin más, y de eso se trate todo su cine. Él dice por allí que solo puede filmar lo que conoce: él mismo.
Parthenope hace referencia al mito fundacional de Napule, una sirena de origen griego. Creo que el cine de Sorrentino, como el de tantos, es un gran hipertexto donde los signos y los sentidos se sobreescriben. Esta película sintentiza y cataliza mucho de La grande bellezza (2013), La Giovinezza (2015) o È stata la mano di Dio (2021). Al parecer, se ha convertido en la película más taquillera de Sorrentino en Italia, superando el millón de espectadores en un mes. Mica male!
Un caserón lleno de esculturas y restos arqueológicos, (al de El Desprecio de Godar también resuena), en máscaras incompletas, del mito originario de la primera fundación no oficial. Un datín impresionante que me obsesiona son las pinturas que aparecen. Estuve, estoy, estaré aún, buscando una a una. No hay modo de que aparezcan, aún, por lo que por ahora sostengo la hipótesis de que son inventadas, lo que aumenta la fantasía y el sentido de set de la Nápoles mítica, sorrentínica, imaginaria, o sea, cinematográfica a pleno. No hablo de retablos y clásicos de los grandes jugadores en las imágenes dentro de San Genaro (parodia digna de fellini mezclada con amor por la cultura propia del mejor en todas las escenas, este Sorrentino es terrible).
Hay una pintura en particular, que es una Alegoría de la Tierra, que podría ser de Paolo Flammingo, activo en Flandes hacia 1560, pero que es inhallable. Hay una prácticamente similar, todo indica que copia o a la manera, anónima, datada hacia 1604 en el arzobispado de Sevilla. Encontrar estas pinturas es una de mis tareas favoritas, y a lo que vine a deambular por las ciudades de estos mare nostrum europeos un tiempo. Me he vuelto una buscadora de rarezas (como la Quimera, ¿la vieron?, peliculón de la Rohrwacher, no se la pierdan). Si alguien sabe algo más o tiene mi misma pasión detectivesca por las imágenes y las iconografías, la dejo por aquí (disculpen la resolución, es lo mejor que pude capturar de la película que vi en Filmin):
El fotograma que ilustra esta reseña, (otra captura que hice viendo la peli), tiene de fondo una pintura que sin dudas será barroca, seguramente flamenca mixta, pero que tampoco pude encontrar. También se la dejo a cualquier alma cómplice que participe de este gusto mío por rastrear imágenes, que creo que es ya mi hobby preferido y lo será.
La música, como siempre, es alucinante. Rescato de la banda sonora, por supuesto, el tema de Gino Paoli, Che cosa c´e, y el de Valerio Piccolo, E si´arrivata pure tu. Pero también Frank Sinatra y Sibelius, por qué no. La lista oficial de la banda de la peli, está aquí.
Aunque lo mejor es ese bondi del final, cuando la protagonista parece, finalmente, estar yéndose, repleto de tifosi del Napoli, cantando su himno: “Un giorno all’improvviso, Mi innamorai di te, Il cuore mi batteva, Non chiedermi il perché. Il tempo che è passato, Ma sono ancora qua, Ed oggi come allora, Difendo la città”.
Detallito amoroso, sin dudas, porque saben ustedes cómo se les llama a esta hinchada, los Partenopei. Creo que el final de la peli es de lo mejorcito, quizás también porque ya vemos a una protagonista mucho más cercana y menos estereotipada, jubilándose. Aparece el Diego, como siempre; el golfo de Nápoles, las galerías y pasajes comerciales, los barrios más profundos for export (homenaje explícito a la Loren), los cruceros y el cine italiano (homenajes a Fellini, uno más y van mil), la academia, y referencias que seguro se me escapen, de una ciudad que amo profundamente. Reconozco el himno de la banda azzurra porque fundamentalmente, lo canto.
Tengo que aclarar que mucha gente se ha enojado con esta película. Es que aquí, como en Napule, se ama o se odia. Yo elijo creer, siempre. Una cosita más: belleza, juventud, fiesta, exceso, sensualidad y sobre todo, melancolía asegurada. Y no como la de Von Trier. La melancolía del fiestón, de la antropología que se proclama ignorante total, la melancolía de los mostruos que somos nosotres, porque hay frikada por todos lados. Y Sol, la melancolía del sol, mucho sol, el del sur de este mar Mediterráneo, que es el que nos hace tantas preguntas estos días de ir y venir por él.
La melancolía del sol,excelente idea.Las horas grises,las del sol cuando apunta con toda su furia.
uuuuh que ganas de verla Keke! me encantó ese hobby detectivesco de buscar las imágenes, gracias por compartir <3