Del boxing al foxing, aprendido en la 13 Berlin Biennale.
Preguntándonos porqué una bienal de arte, incluso.
Si en el 2017, que ahora nos parece la prehistoria de los tiempos, el lema de la Documenta era Learning Atenas, ahora, en Berlín, todo se plantea en términos de un agenciamiento joker: de joy, de reir. Estoy rota de la cabeza, viendo y conociendo especialmente las historias de artistas que se territorializan mayoritariamente por la zona del sudeste asiático: India, Myanmar, historias de gente que aún presa sigue riéndose y abrazándose. La lista de artistas se completa con creadoris de Alemania, Italia, Polonia, Gran Bretaña, Francia, Yugoeslavia, Hungría, Turquía, Kasajistán, Zambia, Egipto, Sudán, Namibia, Sudáfrica, Pakistán, China, Japón, Corea del Sur, Filipinas, Islas Mauricio, Guadalupe, Canadá, USA. Hay tres proyectos de Argentina, pertenecientes al Grupo Etcétera, Gabriel Alarcón y Kiki Roca. No voy a poner, como siempre hago con San Pablo y Venecia, mi top five porque sinceramente me cuesta elegir solo cinco.
Entren a los glifos: el diseño gráfico de esta bienal a cargo de Enver Hadzijaj es directamente sensacional. Les recomiendo especialmente prestar atención a la tipografía, y traduzco aquí un poco de lo que dice Enver acerca de su labor: “La fuente Times es la preferida en el ámbito legal, burocrático y académico. Es el estándar de la industria para documentos legales creados para tribunales. Es tan familiar que ya no la percibimos como un formato diseñado sino como un medio de poder y certeza. Aquí es donde entra Rhymes, que resultará completamente confusa, casi podría pasar por Times: ¡identidad de marca! Rhymes es una fuente diseñada entre 2017 y 2021, basada en formas descartadas de la Times; es decir, diseños que nunca se habían digitalizado. Nos engaña, haciéndonos sentir visualmente seguros, pero al final es un sustituto peculiar”.
Ahora, vuelvo al texto curatorial principal, digamos, porque creo que hay un semilleo potente que se esparce por los cuatro edificios. Lo traduzco aquí debajo, alto poema de Zasha Colah, profundo, fugitivo y perspicaz como son los zorros deambulando. Entendí, en una larga charla que mantuvimos con ella, Valentina Mariani y María Pichot (que aparecerá pronto en la columna indisciplinada que sostengo con amor en INES Magazina), buena parte de lo que quizás yo misma ando buscando en las costas de estos mares catalanes, genoveses o inclusive índicos, que me están llamando también estos días. Su texto, The Joker´s Adress, nos sirve de pista perdida, una más de tantas, y lo propongo como perlita para encontrarnos en otras risas.
Dice Zasha:
A mis compañeros forajidos:
Nada de arte.
Solo salvajes actos de imaginación.
Ningún programa público.
Solo vitalidad: furtiva, salvaje, pobre en estéticas;
vida desnuda en transmisión.
Reputación de astuto, un rostro alargado y una cola espesa
como el tic de una sombra antes de que aprenda a huir.
La exposición no es temática.
Es propositiva.
Sin políticas identitarias:
rescata la solidaridad con todo lo que nunca fuimos,
una comunidad de hambre y oscuridad,
carne pegada a los huesos.
No políticas representacionales.
Es contramonumental,
contra todo acto de homogeneidad cultural.
No es antropología ni etnografía:
no hay vitrinas,
no es nacional, ni siquiera poscolonial.
Es terrenal:
carnal, tierra erosionada por el viento y quemada,
empapada de lluvia y orina de zorro,
cosida a la linde de campos y puentes elevados.
La exposición
se mueve como un zorro urbano,
sinuosa, con la mirada color azufre.
Recoge objetos de oralidad:
fragmentos óseos de habla,
alientos atrapados en la espesura primaveral.
Roba actos de conversión:
el destello de lo ordinario que se vuelve extraño.
Dificulta las reivindicaciones de los artistas,
los arrastra de vuelta a la oscuridad.
Ralentiza el tiempo:
cada segundo se alarga como un tendón,
cada gesto pesa con el frío.
Olfatea los límites,
espera el silencio,
avanza con la paciencia de quien es perseguido,
aparece solo cuando nadie observa,
e incluso entonces,
solo a medias.
Gente, seguimos derivando por esto que yo casi diría que no es más arte contemporáneo, sino otra cosa. Un estado de resistencia, de estupor y temblor, de privilegio vuelto rebeldía y compromiso. Presentando el mundo, hartos de representarlo. Por aquí, por allá. Quedándote o yéndote.
Viajar escribir desear. Continuará.
PD: ilustra la nota algunos muñes de la instalación de Chaw Ei Thein (1969, Yangom, Burma).